Analía Amaral (Montevideo, 1987) Vivió la mayor parte de su
niñez y adolescencia en el campo, a cinco kilómetros de Velázquez. A la edad de
17 años se radicó con su familia en la ciudad de Rocha. Actualmente es
profesora de Idioma Español y trabaja en el liceo de La Paloma. Como escritora
publicó su poema “Regreso” en el segundo volumen de la antología “La Poesía
Rochense de Ayer y de Hoy” (2013) editado por el Centro Cultural María Élida
Marquizo. Participa en el Taller de Experimentación Cinematográfica de esta
misma institución donde guionó y dirigió el cortometraje “La Ficción Derramada”
(2014). Es integrante de “Pueblito Films”, un grupo independiente de cine. En
2015, su poemario “Tres escalas hacia la noche” será publicado por Bestial
Barracuda Babilónica.
Los poemas de Analía Amaral llegaron como esos poemas de quien sabemos poco. Docente de Idioma Español, estudiante de Cine y de Francés, Fotógrafa aguda y decidida, Analía Amaral mantenía la poesía entre lo manifiesto y lo latente. Había leído algunos de sus poemas en la La Poesía Rochense de Ayer y de Hoy que me habían cautivado en su momento, pero "Tres escalas hacia la Noche" secretaba otras sustancias. Como libro primero, es un viaje del yo hasta el yo, un arduo ejercicio de autorreconocimiento cifrado en una estética reveladora, espontánea y cuidadosa al mismo tiempo. Eso justamente necesitaba nuestro helado mundo abisal.
Afuera
No hay nada
en mi escritorio
salvo lapiceras
desorientadas
papeles
desmayados
y palabras inútiles
que van a tirarse por la ventana
No hay nada
en mi escritorio
salvo suspiros
que chocan con la luz de la tarde
y van a formar
polvo sobre el piso
No hay nada
en mi escritorio
hoy son mis pasos
los que se van
escribir a la calle.
Desencuentro
Estamos hechos de rastros
pegados en las vitrinas
de huellas
tachadas en el cemento
de sombras
garabateadas en los muros
de llamadas
cruzadas que se ignoran
de canciones
que no fueron
de alientos
que languidecen en las plazas
de borradores
de cartas
que nunca se enviaron
de manotazos
grabados en el viento
que al final del día
vuelven flotando
hasta estrellarse
en nuestro propio cuerpo.
Parodia
Los dioses
de papel
se sientan en tronos
de madera
construyen utopías
desesperadas
e izan castillos
de aire y de arena
y allí se sientan
profetas
de plástico
que venden amores
narcotizados
y también
demencias
rosadas
envueltas
en gases
pastillas
y altares.
Medianoche
Voy a arrancarme la piel como quien se deshace de una lámina pegajosa y
así sin ataduras la masa efervescente de mi pecho se desbordará sobre la calle
y levantará mareas de plata en la medianoche que irán a escurrirse por debajo
de cada puerta y cuando finalmente te encuentre perdido entre las bambalinas de
un sueño oscuro me encogeré hasta habitar por unas horas la selva húmeda de tu
pelo y cuando aclare el cielo y las mareas desciendan dejaré un rastro de arena
para que lo sigas y así comprenderás por qué de repente tu piel te incomoda
tanto
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