miércoles, 29 de octubre de 2014

"Incómodo" de Jhonny Reyes Peñalva.



JHONNY REYES PEÑALVA (autobiografía)

Nací en Dolores, Soriano, hace 35 años. Todavía en sueños recorro sus calles, allí viven mi madre, mi hermana y muchos recuerdos. A los 18 aterricé en Montevideo para estudiar Sociología, dicen que la universidad te abre la cabeza, una afirmación más certera sería expresar que te la raja.
 Aunque tal vez crecí rajando, tal vez me gustaría rajarme de la vida, tal vez escribir poemas es escape y encuentro a la vez. Entonces lo que uno estudia no tiene tanta importancia como lo que hace con lo que vive. La escritura me pone muy ansioso, me da mucha paz. Escribo poemas, no puedo afirmar que sea poesía lo que hago. Desde los 15 años comenzó el palabreo: tímidamente amoroso,  acalorado y sexual luego, super revolucionario después, escéptico y austero finalmente. Tal vez sea todas esas cabezas, o tal vez todas esas cabezas me esconden. No lo sé con certeza. A los 25 fui a vivir a España con la intención de encontrar la voz que (sentía) necesitaba. Defendí la tesis y a los dos días el corazón estallaba de entusiasmo cuando  despegaba el avión. Viví seis años en Palma de Mallorca trabajando de cualquier cosa que me diera un respiro; a través de bocanadas juntaba palabras en textos que quedaron ahí, en una especie de sótano incierto, abono de lo que fue después. Tuve un blog por esos años, casi anónimo, lo cerré antes de volverme a Uruguay. Regresé porque siempre estoy volviendo y yendo, casi seguro que tengo sitio en ninguna parte. Estoy a gusto en Uruguay. Vivo feliz con gente que quiero y me quiere. Formo parte de grupos de personas que ayudan a pensar qué soy como varón. Participo en una ONG que problematiza las masculinidades y el género. Trabajo en un ministerio, como todo poeta que se quiera llamar poeta. Escribo: viene la calma, vienen los nervios. Viene la muerte, viene su olvido. Estas sensaciones acuden seguido a la cabeza, a los intestinos, son el preámbulo de un misterio que no entiendo. Lo que hago cuando viene ese desconcierto es darle vida. Nombrarlo. Incómodo me siento en esta maquinaria grotesca que dicen civilización, con lo que encuentro a cada paso, con la forma de expresar esta disconformidad. Abro la puerta, le doy a esta sensación molesta palabras con las que mostrarse, es mejor que corroerse en la sombra. Necesito hacerlo ahora. Sin excusas. Exponerme. Aquí.



Diseño de Ozkar .,. para "Incómodo".





Cuando leí los poemas de Jhonny Reyes Peñalva, tardé exactamente dos segundos en  estar segura de que ese libro debía estar publicado. Mientras lo leía, no dejaba de pensar en distintas personas que conozco que también, como yo, se sentirían tremendamente identificadas con algunos de esos versos, o, por el contrario, movilizadas. Ese es el juego de la poética de Jhonny: un atraernos a nosotros y  alejarnos, para obligarnos a vernos. No en el sentido evidente sino en sutiles movimientos que nos hacen, de pronto, observadores de una sensibilidad de la que nos apropiamos rápido, como si tomáramos sus ojos prestados. Los objetos y paisajes cotidianos se mezclan con la memoria, el amor, el desamparo. Los sentires se llenan de átomos y de existencia, y los seres y cosas visibles se descomponen en su propia esencia.
Más allá de esa especie de danza ontológica que lo llena de familiaridad y misterio, "Incómodo", como su nombre lo sugiere, constituye en su totalidad un estado del ser. Una incomodidad existencial y social, propia de un activista y de un poeta de muchos caminos, de muchos encuentros y muchas pérdidas. 


MIRO

Me quedé sin excusas.
Las olvidé, quedaron
obsoletas, inútiles.
No tengo guiones
de sobreviviente.
Está todo a la vista.
Es poco, es lo que es.
Lo que ves es esto
que tengo
sobre la frente,
nada más.
Se gastó la saliva
insulsa, verborrágica.
Sé lo que no quiero
al menos.
Este mundo está
cada vez más podrido
y mi corazón
no es de piedra.
Sin razones ocultas

estoy mirando llover.

Un caminante que por momentos parece haberse detenido a cristalizar en palabras todas esas experiencias externas e internas, todas esas revoluciones y metamorfosis. La poesía aparece entonces como la herramienta capaz de percibir la entropía del mundo, y traducirla en algo igual y terriblemente distinto al mismo tiempo: un orden alienado a veces, e intervenido en otras. Los valores existencialistas del desamparo como natural precio de la libertad, de la orfandad humana como estigma que hace al mismo tiempo infinitas sus posibilidades, el ser como un conjunto de presencias y ausencias que atestan una conciencia dolorosamente "auténtica" en el sentido sartreano del término.


Busqué ser profundo y terminé en lo hondo. No soy eso.
Camino escuchando música, escucho música caminando.
Escribo como si hablara con alguien que nunca responde.
A veces creo que envejezco y salgo a jugar.
He perdido el tiempo muchas veces, por suerte.
La verdad: cuchillo que agarramos del filo siendo torta.
Anoche soñé que despertaba y escribía mis sueños.
En el ojo de la verdad baila un ciego.
La libertad está llena de dientes, quiere morder la luna.
En el silencio del cuerpo murmura la espera de la caricia.
No tengo nombre en otra dimensión, allí no hay palabras.
Si tiene que haber una certeza que sea lo que no espero. 

Pero no  vamos a encontrar en este poemario meros vaivenes filosóficos. "Incómodo" posiciona el ser contemporáneo frente a un espejo que nadie pidió, pero que por momentos no vamos a dejar de mirar. La experiencia ajena aparece de forma tan transparente que se transforma en una forma incómoda de mirar hacia la nuestra. No se pongan cómodos, fauna abisal: no hay más que una dimensión. Pero pueden asomarse a la poesía de una sensibilidad y una mirada que se asoma como un espejo para la nuestra. Su poética no nos da el amparo de la poesía, sino que inevitablemente nos compromete con ella, nos obliga a existir dentro del poema y no en su contemplación:

BASTA

El poema es imagen y basta.
Basta de disecciones, de lupa ciega.
Dejen de pedirle sencillez
de reclamarle aroma popular.
De adornarlo con luces que son nada.
Basta de pedirle, parásitos,
al poema hay que darle.